


En el transcurso de la decimo segunda sesión ordinaria del HCD, varios concejales hicieron mención al Día del Maestro, haciendo llegar su saludo a estos trabajadores, pero como una moción de orden, el concejal Gastón Escudero, hizo una consideración especial y esto fue lo que dijo:


“Hoy me permito pedir una moción de orden para recordar y homenajear a quienes cada día sostienen, con paciencia y esperanza, la tarea de enseñar.
El 11 de septiembre es una fecha profundamente significativa: se conmemora la muerte de Domingo Faustino Sarmiento, figura central en la historia argentina. Más allá de las discusiones sobre su legado, resulta innegable que encarnó la idea de que la educación es la piedra angular sobre la cual se construye una Nación.
Pero también es justo evocar a Juana Manso, su contemporánea y compañera de proyecto, pionera en reclamar una educación gratuita, laica y mixta. Juana fue escritora, periodista y pedagoga, y se animó a romper con prejuicios de su tiempo para afirmar que la educación debía llegar a todos y todas, sin distinciones. Con Sarmiento y Manso, la Argentina forjó un ideario pedagógico que sigue siendo faro y desafío.
Ese ideario, sin embargo, no quedó atrapado en los libros de historia. A fines del siglo XX, miles de docentes enarbolaron la defensa de la educación pública en un gesto inolvidable: la Carpa Blanca frente al Congreso. Durante 1.003 días, maestras y maestros hicieron vigilia para recordarle al país que la educación no podía ser recortada ni postergada, porque era el corazón mismo de la democracia. La Carpa Blanca es una herencia reciente de lucha, tan pedagógica como política, y demuestra que enseñar en la Argentina también implica resistir.
La historia de la Argentina está atravesada por las maestras y los maestros que, en las escuelas rurales o en las grandes ciudades, han sido guardianes de la palabra y sembradores de futuro. Sin sus manos y su voz, la promesa de igualdad y justicia social sería apenas un anhelo.
Enseñar en la Argentina de hoy no es tarea sencilla. La labor docente exige mucho más que transmitir conocimientos: es acompañar trayectorias de vida, es construir comunidad en medio de la crisis, es darle sentido a los días de nuestros jóvenes cuando todo parece derrumbarse. La pedagogía en nuestro país siempre estuvo atravesada por la adversidad, y sin embargo, las y los maestros responden con creatividad, con compromiso y con ternura.
Hoy, cuando tantas veces se pone en duda el valor de la escuela pública o se intenta reducir la tarea docente a un simple servicio, debemos reafirmar que la educación es un derecho y una inversión social. Defender a las maestras y los maestros es defender la democracia y el futuro de nuestros hijos e hijas.
En este día, no podemos olvidar que cada docente argentino carga en sus hombros la doble tarea de formar ciudadanos libres y de sostener la esperanza de un futuro mejor. Ellos y ellas no son simples trabajadores del aula: son, en palabras de Paulo Freire, auténticos “sembradores de utopías”.
En un país como el nuestro, enseñar es un acto de valentía, y aprender, un acto de fe.
Por eso, me parecía importante en este día rendir homenaje a todas las maestras y maestros de General La Madrid y de la Argentina, agradeciéndoles por su vocación, por su paciencia y por su amor a la enseñanza.
Me gustaría terminar con las estrofas de una canción de María Elena Walsh que popularizó Mercedes Sosa, una conmovedora reflexión sobre la dura realidad y el sacrificio de las maestras rurales en la Argentina”:
Soy la maestra argentina
Segunda madre y obrera
Mis niños andan descalzos
Mi escuela es una tapera
Soy la que forma destinos
Del mar a la cordillera
Donde no existe la tiza
Y el libro es una quimera
Soy la maestra argentina
La que está sola y espera
Vivo zurciendo penurias
Y consolando miserias
Soy la que enseña a sus hijos
A venerar la bandera
De este país generoso
Del corazón para afuera