



Los últimos años del siglo XIX y los inicios del siglo XX mostraron a una Argentina pujante y necesitada del aporte inmigratorio.
Vino al País gente de nacionalidades dispares, la mayoría en busca del trabajo y el bienestar que Europa no ofrecía.
La Gama, nuestra “patria chica”, no fue ajena a este arribo de inmigrantes de distintas nacionalidades y un testimonio de ello, lo constituyen las Sociedades de Socorros Mutuos que se fundaron en la incipiente localidad. Las colectividades de Italianos, Españoles, Franceses, son un ejemplo claro.
Entre ellos vinieron los vascos, gente de trabajo, que pronto tomaron la decisión de quedarse por siempre en su “nueva tierra” y paulatinamente concretar una integración social definitiva, aunque conservando características que los define en forma categórica.
Si alguien me preguntara ¿Cómo son los vascos? Seguro que me costaría definirlos, aunque tendría la respuesta rápidamente. ¿Cómo son?, buscá algún descendiente de los que vinieron a estos lugares en la época fundacional, analízalo un poquito y tendrás la respuesta.
Hay uno que podría ser ejemplo, anda cerca y hoy, precisamente está apagando 85 velitas. Daniel Aguirre.
Personalmente, tengo dos imágenes del doctor Aguirre. Una, con su boina que no hacia falta para denunciar su ascendencia, justificable si era la contención de los cabellos que estaban huyendo y ese paso armonioso y seguro por las calles del pueblo.
La otra, la que me generó un sincero afecto, viene de haberlo visto asistir a todos mis familiares primero, y luego a mi, cuando un acertado diagnóstico hizo que hoy tenga esta columna. A eso hay que sumar que asistió al parto de una de mis hijas y estuvo siempre a nuestro lado.
Irreprochable como persona, ejemplar padre de familia, profesional de los de antes, para los que la profesión no se medía en bonos. Uno de esos que en los pueblos se toman de ejemplo.
En síntesis un buen vasco.
Hasta mañana

