Julia Rosa “Chita” Salazar de Bernardelli

Historias09/11/2022

Cuando, en la sesión del 27 de octubre pasado, el HCD de General la Madrid aprobó la imposición del nombre al Centro de Atención Primaria de la Salud (CAPS) de Pontaut,  quedó la duda si el apellido de la señora Julia Rosa “Chita” Zalazar de Bernardelli, se iniciaba con S o con Z. Nos respondieron que en sus documentos aparecía en forma indistinta, por eso decidimos utilizar la S, que empieza con la misma letra que Solidaridad, una forma de vida de esta vecina de Pontaut, que alguna vez estuvo en General La Madrid, junto a sus familiares de nuestro medio.

Ella había nacido en Coronel Pringles, el 25 de febrero de 1912, donde transcurrió su niñez y parte de su juventud. 

Unida en matrimonio con Filiberto Bernardelli, vino a vivir a Pontaut, donde creció su familia, hasta completarla con doce hijos (dos veces fue madre de mellizos) y un hijo del corazón, a quien le dio cobijo, educación y el mismo amor que a los de su propia sangre.

La decisión de imponer su nombre al centro de salud del pequeño pueblo fue una idea de quienes fueron sus convecinos y aquellos a los que ayudó para que llegaran a este mundo, porque  la señora de Bernardelli, fue quien asistía a las parturientas en el momento de dar a luz, las acompañaba y era a quien recurrían los vecinos –del pueblo y del campo- cuando el dolor los doblegaba y no se podía ir al pueblo para “ver al doctor”. 

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Nadie  guarda registro de los partos asistidos o las inyecciones aplicadas, no hay detalle, lo único  que perdura es el recuerdo de su disposición, su solidaridad y el desinterés por una retribución material. 

Cuando los años fueron dejando huellas y ya no estaba al lado su compañero de vida, comenzó  la visita a sus hijos, por los distintos lugares a donde los había llevado la vida. En General La Madrid había dos de ellos, a quienes visitaba y compartía cuestiones familiares. El último parto que asistió fue el de una de sus nietas de La Madrid.

El mes de diciembre de 1993, fue duro para ella y su familia. Su salud se vió afectada y pese a los cuidados de médicos de Olavarría y dos de sus nietos –también médicos- en la mañana del 24 de diciembre su vida se apagó.

Dejó hijos, nietos, familiares y vecinos que la conocieron, con el pesar que siempre produce la pérdida  de una vida, pero quedó su ejemplo y el sentimiento de gratitud de mucha gente, que hoy, precisamente, se habrá de dar cita en Pontaut, para rendir  el mas merecido homenaje y habrá  muchos otros, que por distintos motivos no estarán presentes en el acto, pero que la recordarán porque este tipo de personas persisten en el tiempo y están junto a los más caros afectos de quienes los han conocido.

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