


Con Alfredo Esteban Chiste comparto varias cosas: 1. El segundo nombre; 2 un afecto mutuo por razones de cercanía y de familia y 3 por nuestro apego a las cosas del pasado de nuestro General La Madrid.


Sus 90 y pico no son obstáculo para que con precisión “pitagórica” recuerde fechas, anécdotas y personajes que pasaron por nuestro pueblo y dejaron algo para ser recordados.
La pandemia, nuestra condición de riesgo ante el Covid y fundamentalmente las recomendaciones para evitar exposiciones riesgosas, son el motivo por el cual llevamos mucho tiempo sin uno de esos encuentros que inevitablemente y después de largas charlas, terminen con la promesa de averiguar algún hecho del pasado lamatritense.
Yo no creo mucho en las casualidades, pero al igual que las brujas “que las hay, las hay”. El jueves, alguien que me había prometido hace mucho, prestarme unas memorias escritas por un nativo de Las Martinetas, D. Armando Guillermo Hernando, me alcanzó copia del relato y ello me demandó cierto tiempo entregado a la lectura de las andanzas de un hombre de trabajo, responsable entre otras cosas del Restaurante “San Jacinto”, la YPF del mencionado paraje, hoteles y restaurantes olavarrienses y varios establecimientos agropecuarios. Pensé que haría una copia para Alfredo y ayer por la mañana, cuando acudí a contestar una llamada, grande fue la sorpresa al escuchar la voz de quien me saludó y de inmediato pasó a relatarme un proyecto para dejar testimonio de algunas empresas que en este pueblo dejaron huellas. Me nombró a varios emprendimientos que generaban muchos puestos de trabajo y por distintos motivos dejaron de funcionar y han ido cayendo en el olvido.
La charla duró un rato largo y entre los temas que me propuso estaba su “teoría” que explica porque en este distrito no han quedado obras de Francisco Salamone, llegando a la conclusión que desde el gobierno de Fresco no veían con buenos ojos a los gobernantes de La Madrid.
Cuando el medio día estaba muy cerca, nos despedimos prometiendo un pronto encuentro para dar forma a sus proyectos.
El inesperado diálogo me dejo algunas conclusiones. La más importante es comprobar que para muchas cosas la edad no cuenta y cuanto valor tiene ponerle vida a los años, como hace Alfredo.
Por otro lado, cuando las pequeñas historias del pueblo poco interesan a quienes deberían rescatarlas, seguir proponiendo hurgar en el pasado es hacer algo o mucho, en reconocimiento por quienes gestaron el pueblo y dejaron las bases para la mayoría de las instituciones locales.
Seguir manteniendo vivas las cosas que nos antecedieron es digno de elogio y en este caso Alfredo Esteban Chiste, por su inclaudicable tarea, lo merece.
Hasta mañana

