


Hay un poema que es una “joyita”, lo escribió Tejada Gómez, le puso música Julio Cesar Isella y si algo le faltaba al combo, lo cantó Serrat. Se llama “Resurrección de la Alegría” y si puedo sugerir, traten de disfrutarlo.


La mención es porque, aunque no se deba, voy a “sustraer” el título para definir una breve pero hermosa experiencia que me tocó protagonizar el sábado, por la tarde, en la cancha de Barracas.
Nos pasó a todos, veníamos bien y un día, hace de esto un año, escuchamos de un problema que afectaba a Oriente, de un virus que desembarcó en Europa y aunque el inefable Ginés decía que no iba a pasar nada porque no llegaría, puede ser por eso, que llegó.
Una mañana nos hicieron quedar en casa y abruptamente todo cambió. Cada uno fue sobrellevando sus riesgos y sus temores a cuesta, pero hubo sectores, especialmente etarios, que sufrieron más que otros.
La historia la conocemos todos porque todos la protagonizamos y ahora cuando la rigidez de los cuidados parecería que se está morigerando y la vacuna abre un tiempo de esperanza, se intenta volver a “ese tiempo que fue hermoso” como el de Sui Generi.
El primer paso fue el de regresar a las clases presenciales y el sábado, en una tarde de sol a pleno, unos cien chicos volvieron a correr tras una pelota.
El “milagro” del futbol volvió a iluminar una cancha que hacía tiempo no se utilizaba para un partido de futbol con todas las de la ley. Con protocolos, porque no se puede hacer nada si antes no aprobaron un protocolo. Parecería que el interminable ingenio de algunos, ha permitido inventar nuevas forma de intentar encausar el camino colectivo por las sendas de su antojo. Pero esa “es otra historia”
Lo concreto es que “Habemus” torneos para divisiones formativas y los chicos volvieron a la cancha, con equipos, técnicos, terna arbitral y todo como tiene que ser. Y lo mas importante, esa bola de cuero dotada de toda la magia, que permitió a los chicos divertirse y a nosotros disfrutar de un escenario y un espectáculo hermoso, pleno de ternura.
“Resurrección de la alegría, estoy de fiesta con mi sangre/ Porque el que nace a la ternura vence a la muerte cotidiana, / abre las puertas de la vida/ y lleva un niño en la mirada".
Hasta mañana.