José Canet fue un eximio guitarrista, autor y letrista de tangos celebres. Con un estilo distinto al de Roberto Grela, acompañó a populares cantores y en los últimos años de Nelly Omar, fue quien le dio apoyo con un grupo de excelentes músicos.

Estando en Caracas, en 1947, compuso la letra y música de un tango llamado “Tarde”, escuchando la versión de Julio Sosa, no sé porque, uno de sus versos me asoció a las calles de La Madrid.  “De cada amor que tuve tengo heridas” dice el “yorugua” y ahí la evocación de las esquinas y cruces de las calles del pueblo.

A partir de los años ’80, las obras públicas con nuevos servicios, le dio a General La Madrid nuevas y mejores condiciones de vida. Primero fue el teléfono y la nueva central de ENTel, después el agua y las cloacas  y al final la red de gas. Las empresas contratadas debían cumplir con ciertas condiciones elementales, como lo eran y siguen siendo el respeto por las obras existentes.  

Todos los de acá sabemos que es lo que terminó pasando. A la vista de los funcionarios que debían controlar las obras, de los inspectores municipales y hasta de los más altos funcionarios del municipio,  hicieron lo que quisieron, es decir rompieron por todos lados, entregaron las obras, cobraron y “si te he visto, no me acuerdo”.

Por eso, parafraseando la letra de Canet, General La Madrid, orgullosa muestra que “de cada obra que tuvo, tiene heridas”, “heridas que no cierran y se muestran todavía”.

No hay que alejarse mucho del centro de la planta urbana, para ver/sufrir  las consecuencias de estas deudas que dejaron sin saldar las empresas constructoras. En Sarmiento y Rivadavia, justo frente a la sucursal del Banco Nación, hay  una rotura de la carpeta asfáltica que sorprende a los distraídos automovilistas y amenaza con liquidar cuanto amortiguador se resista. 

Pero no es la única, hay “heridas” por todos lados y por si eso fuera poco,  como  para dejar en evidencia a los funcionarios actuales, una empresa pública provincial (no la nombro por aquello de ser hombre y no ser “batidor”) de capitales mixtos, con planta acá y en Las Martinetas, andaba por mi barrio. Para cruzar la calle con una cañería, adujo que la “tunelera” se había roto, cortó el pavimento, lo tapó con tierra y se fue. Al poco tiempo volvió por una pérdida y otra vez. Hicieron un corte, arreglaron, taparon con tierra y se fueron. 

En estos días de lluvias intensas, todos estos “sobresaltos” de los automovilistas fueron el origen de evocaciones a señoras madres que nada tienen que ver en el tema, pero recibieron las injustas calificaciones. 

Y como en este tipo de recriminaciones  no estaría bien dejar alguno en el camino, los invito a circular por la calle Arenales en las esquinas de Mitre/Laplacette y San Martín  y pasar a cierta velocidad. Esa es una de las obras que deberían figurar, también, en la lista evocativa que se publicó días pasados. A eso,  “él” también lo hizo.

Me parece que intentar arreglar estas herencias y las permitidas ahora, sería una forma de solucionar problemas de los “chiquitos” pero molestos y sumarían. No olviden que es año impar y los otros están largando.

 

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